Llegamos a la Inmaculada y empezamos a ver a nuestros amigos de campamentos pasados, en ese momento nos damos cuenta de que volvemos a hacernos niños, como cuando íbamos al campamento de pequeños, y nos damos cuenta de que el tiempo no ha pasado y todos seguimos teniendo las mismas ganas y la misma ilusión que hace 5 años. Nos subimos al autobús y cada vez los nervios van aumentando por llegar pronto a la Acebeda. Durante el camino empezamos a recordar y a reírnos de las anécdotas de campamentos pasados, pero un poco tristes al recordar a los compañeros y monitores que este año no nos han podido acompañar en esta gran aventura. Llegamos a la Acebeda, los monitores nos guían hasta nuestros aposentos donde nos esperaban unas camas blanditas con aire acondicionado... ¡También nos habían dejado una bolsa de chuches personalizada para cada uno al borde de la cama! En realidad no, los monitores nos distribuyeron en las tiendas de campaña y este año teníamos una novedad... ¡Había una tien
Comentarios
Publicar un comentario